domingo, 28 de octubre de 2012

HEMEROTECA ALBINO LAURELO CURA DE RUEDES Los curas rurales de Gijón piden que los seglares asuman el grueso de la función pastoral para llegar a las 24 parroquias

Los curas rurales de Gijón piden que los seglares asuman el grueso de la función pastoral para llegar a las 24 parroquias 
El Comercio 

Los nueve sacerdotes tienen una media de 68 años, diez más que el promedio de los de la zona urbana Trasladarán una propuesta formal a la Arzobispado con vistas al sínodo anunciado por Carlos Osoro 
R. LANERO/GIJÓN 

Los nueve curas de la zona rural gijonesa preparan un proyecto para que los seglares asuman el grueso de la función pastoral y se integren formalmente en la estructura de la Iglesia diocesana. El objetivo, mejorar la atención a sus 24 parroquias y crear comunidades «de abajo para arriba y no a la inversa». La falta de vocaciones y el envejecimiento les obliga a buscar nuevas fórmulas que permitan reducir su protagonismo de forma progresiva, hasta reducirlo a las tareas intrínsecas de su condición, las sacramentales. Las bajas de los últimos años no se han podido cubrir y tampoco ha habido nuevas incorporaciones en las últimas fechas, de modo que la media de edad del clero rural del municipio es de 68,8 años, 10 más que los de la zona urbana. 
Algunos sacerdotes se encargan de hasta cuatro parroquias, lo que les obliga, por ejemplo, a trasladar la liturgia del domingo a los sábados a las nueve de la noche, como sucede en Ruedes, y a hacer varias hojas parroquiales diferentes. Sólo uno de los nueve religiosos que trabajan en la zona rural está al frente de una única iglesia, la de Caldones. José Manuel Díaz Valle tiene 92 años y un enérgico equipo de monaguillos que le ayudan a cumplir con sus funciones. El proyecto se elabora poco a poco, con las aportaciones de toda la comunidad y la coordinación del arcipreste de Gijón, Fernando Fueyo. Esperan que a medio plazo puedan trasladar una propuesta formal al Arzobispado, con vistas al sínodo diocesano anunciado por Carlos Osoro. De celebrarse, dado que se encuentra en fase de consulta, uno de los puntos de debate de la asamblea de sacerdotes y fieles podría ser la situación del clero rural en toda la región y la posibilidad de implantar el modelo que en estos momentos se trata de poner en práctica en Gijón. 
Más bodas 
Las 24 parroquias rurales del concejo soportan una gran intensidad de trabajo a pesar de que el número de habitantes por núcleo de población es mucho menor que en la zona urbana. Desde hace unos diez años, las iglesias de Deva, Cenero, Castiello y Cabueñes acogen la mayor parte de los enlaces que se celebran en Gijón. La tradción religiosa en cuanto a los funerales y las fiestas también está más enraizada que en la ciudad, lo que requiere un acompañamiento más constante a los fieles, por lo general personas mayores. Entre otras propuestas, estudian la posibilidad de reunir a los fieles de varias parroquias en una sola iglesia para celebrar las eucaristías, y favorecer así las reaciones interparroquiales. 
«Cuando los de los pueblos dejan la parroquia, es que ya no pueden más», explica Fernando Fueyo, consciente de que la situación de otros municipios asturianos es mucho peor. Así, en Quirós y Teverga un solo cura atiende 15 iglesias, 13 en Grandas de Salime y 9 en Belmonte, según los datos que maneja el Arzobispado. Albino Laruelo, párroco de Cenero, Porceyo, Ruedes y La Pedrera y delegado de los sacerdotes rurales de Gijón, reconoce que «hay que cambiar la forma de ser cura». A su juicio, la Iglesia tiene que que crearse «desde abajo», es decir, tiene que implicar a los seglares de todo el concejo para mejorar la acción pastoral, sobre todo en los pueblos, donde hay mayor precariedad de medios humanos. 
Maximino Canal, sacerdote de Monteana y Poago, es a sus 57 años el más jóven de la zona rural. Trabaja en el proyecto porque entiende que los laicos tienen que implicarse en la formación de los creyentes, en la convivencia, en la promoción de los valores cristianos, en las labores solidarias..., pero sin que ello suponga un menos cabo de las funciones sacramentales de los religiosos.»El espíritu de Dios está en todos, no solo en el cura», afirma Maximiliano. 
Uno de los principales escollos que deberá salvar el proyecto será la 'captación' de seglares, a través de nuevas vías que permitan implicarles en la comunidad. 
«No hay quien me quite la sotana» 
Los sacerdotes jubilados suplen en ocasiones a los titulares de los pequeños núcleos. En Caldones, José Manuel Díaz, de 92 años, sigue adelante con su labor 
El teléfono de los curas jubilados de Gijón suena cada vez que un compañero de la zona rural no puede atender sus parroquias. Por su estado de salud no pueden hacer demasiados excesos, pero arriman el hombro cada vez que alguien enferma o tiene algún asunto que resolver fuera de Asturias. Las sustituciones también son frecuentes entre los propios sacerdotes de los pueblos, cada vez que alguno de ellos tiene un compromiso ineludible, e incluso con los párrocos de la ciudad. 
En Caldones, José Manuel Díaz Valle sigue oficiando misas y atendiendo a sus feligreses con 92 años. «A mí no hay quien me quite la sotana. Hay poco clero, por eso, y porque no podría vivir de otra manera, tengo que seguir cumpliendo mi misión». Este nonagenario presume de tener al día todas las partidas así como el resto de trámites administrativos de los que se encarga. En cuanto alguien llama a la puerta del párroco, Nelson Da Costa se acerca sigilosamente hacia los forasteros. José Manuel no oye bien, pero su sacristán le toca en la ventana para que abra. 
Este joven de Caldones es su mano derecha y el encargado de organizar el trabajo de un nuttrido grupo de monaguillos. Entre todos sacan adelante la liturgia y el resto de actos sacramentales. «Se arregla muy bien porque trabaja mucho. Yo procuro ayudarle en las cosas más pesadas para él, como colocar libros, preparar el altar, manejar el DVD... Lo llevamos estupendamente». El muchacho ha decidido no ingresar en el seminario, como le hubiera gustado a José Manuel, pero tiene claro que ayudará al cura «el tiempo que sea necesario». Le han ofrecido infinidad de veces la posibilidad de llevar una vida más tranquila, pero el cura de Caldones las rechaza una y otra vez, casi molesto por la terca insistencia. 
Segundas vocaciones 
La misión pastoral de los sacerdotes varía en función de donde la ejerzan. En la zona rural el trato es de tú a tú y los párrocos son vecinos como cualquier otro, pero con sotana. Albino Laruelo vive en Cenero. Lleva 27 años en la Iglesia, llevando su enérgica fe por muchos pueblos de Asturias. «Una de nuestras principales labores es acompañar a la gente, pero no solo en los momentos difíciles, sino también en los alegres». En febrero pondrá en marcha un grupo de seglares de las cuatro parroquias de las que se hace cargo. «Es un primer paso para desarrollar el proyecto», dice con expectación. 
Reconoce que no podría prescindir de «ese componente de convivencia» que hay en las zonas rurales. Sus energías y tiempo le alcanzan para dedicarse a la que, confiesa, es su «segunda vocación», la ganadería. En una pequeña finca junto a su casa tiene varios terneros 'culones' y cerca de una docena de pitas pintas. «Trabajando me integro más en la parroquia, porque la gente me ve como son ellos mismos. Un niño pequeño le dijo a un forastero que en Cenero no había cura pero que la misa la decía Albino». 

FUENTE.EL COMERCIO

SACADO DE LA PÁGINA: http://agenciajai.mforos.com/418065/4137216-piden-que-los-seglares-asuman-el-grueso-de-la-funcion-pastoral/

FOTOGRAFÍA :Marifé Antuña

Albino Laurelo dando misa en Ruedes

1 comentario:

Celia Álvarez Fresno dijo...

La Iglesias de Ruedes, una joya en lo alto del preciosísimo paisaje rural.
Nuestro Sacerdote, la bonadad en la mirada, y el buen hacer en su día a día.
Enhorabuena Marifé, porque tú haces aún más grande nuestra aldea, con esos reportajes que nos traes.
Un beso.