jueves, 6 de octubre de 2011

RUEDES...¿SABÍAS QUE? EL LIBRO MAXIMA UNA HISTORIA REAL LLEGO A VER LA LUZ GRACIAS A QUE ALFREDO ALVAREZ DE RUEDES EMIGRO A ARGENTINA?

Máxima de Holanda, princesa de tango

Un periodista de origen asturiano publica una mordaz biografía sobre la mujer del heredero al trono tulipán, la primera argentina en una familia real


Oviedo,

ESCRITO POR María José IGLESIAS

«Máxima, una historia real», la biografía no autorizada de la princesa heredera de Holanda que la Casa de Orange trató de impedir, ha llegado a ver la luz gracias a que a principios del siglo XX Alfredo Álvarez, de Ruedes, en Gijón, emigró a Argentina. Uno de sus autores es su nieto, el periodista Gonzalo Álvarez Guerrero (Bariloche, 1969), hijo de Osvaldo Álvarez Guerrero, gobernador de la provincia de Río Negro entre 1983 y 1987, que creció escuchando hablar de Asturias y tomando fabada los domingos.

A la vez, en Buenos Aires los Zorreguieta-Cerrutti preparaban a su hija Máxima para altos destinos, quizás un apuesto jugador de polo. La realidad superó cualquier expectativa. Aquella rubita gordita y graciosa, popular y querida entre sus amigas, iba a ser princesa.

Gonzalo Álvarez ha presentado en Madrid el libro, editado en Holanda y Argentina, del que también es autora Soledad Ferrari. Al escritor le tira su sangre asturiana. Le llama la atención el paralelismo entre Máxima y Letizia Ortiz. Una es la primera argentina que entra en una casa real; Isabel Sartorius, hija de Isabel Zorraquín, podría haber sido su antecesora. Letizia es la primera asturiana que lleva el título del Principado.

Las dos vienen de la clase media. En el caso de Máxima, más media de lo que cuenta la biografía oficial. El libro desmonta el mito de la niña de buena cuna que vivía en las altas esferas neoyorquinas cuando conoció a Guillermo en Sevilla, un heredero aficionado a las fiestas y a la cerveza. Álvarez y Ferrari sostienen que la familia pasaba apuros para mantener cierto estatus. Álvarez Guerrero llegó a Máxima a través de su padre, Jorge Zorreguieta, secretario de Agricultura durante la dictadura de Videla. «Cuando se anunció el compromiso, me fui al archivo de la revista "Noticias", en la que trabajaba, y comprobé que apenas había documentación sobre el padre». Las investigaciones difundieron el currículum político del suegro del príncipe. Su pasado le impidió conducir a su hija al altar. El 2 de febrero de 2002 los Zorreguieta vieron la boda desde una suite del Ritz de Londres. Máxima les llamó tras la ceremonia. En la iglesia Nieuwe de Amsterdam sacó de la manga del Valentino un pañuelo de seda cuando el bandoneonista Carel Kraayenhof interpretó «Adiós, Nonino», el tango que Astor Piazzolla dedicó a su padre muerto. Fue la coronación de la «maximanía». Sus biógrafos la describen como alegre y amante de la juerga. Un vendaval latino que habla a sus hijas en español y fuma a escondidas. Una interpretación del protocolo holandés a ritmo de tango.


FUENTE:INE.ES

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